Declaración de Guerra | |||||
Número | 2 | ||||
Saga | El Renacer del Caballero | ||||
Cronología | |||||
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Declaración de Guerra es el capítulo #2 de El Renacer del Caballero.
Sinopsis[]
Ya en puertas del gremio, Nozomi y Allen observaban con asombro el desastre notable. Como si una bomba hubiera estallado dentro del gremio, a pesar de que la estructura seguía en pié, tanto su interior como exterior se encontraban con grandes daños, incluido objetos los cuales estaban dispersos por el lugar y en su mayoría destruidos. —¿Hubo heridos?— Preguntó Nozomi con un tono serio. —No. Al parecer ocurrió en horas de la madrugada por lo que no había nadie y solo se vio afectado el primer piso del gremio.— Explicó Elizabeth.
Pasadas unas pocas horas el sol ya había salido por completo. Dentro del gremio, precisamente en el segundo piso, lugar donde por lo general se llevan a cabo las reuniones, Nozomi había llamado y reunido a la mayor cantidad de miembros posibles.
—Supongo que se imaginarán porqué los he llamado. En el transcurso de la mañana han surgido muchas hipótesis y dudas al respecto, pero lo cierto es que no tenemos ninguna pista al respecto. Dividiremos nuestra prioridades.— Habló Nozomi, claramente sonaba diferente, ahora mostraba señales de liderazgo de los cuales se podía confiar.
Bajo las directivas de la maestra se dividieron en dos grupos. Por una parte, un grupo encargado de ayudar a los civiles de viviendas cercanas que se vieron afectados por la magnitud de la destrucción ocurrida con anterioridad, compuesto por Allen, Raito y Yamato, entre otros. Y por la otra, el resto de miembros que se ocupaban de arreglar medianamente como podían el desastre que había quedado en el gremio, de entres quienes destacaban Caleb, Jace y Yue.
—Que molesto...— Comentaba Caleb mientras que rascaba su cabeza. —Deberíamos estar afuera buscando al responsable.— Replicaba Jace. —Todos estamos enfadados por lo ocurrido, pero por el momento no podemos hacer nada.— Respondió Yue, quien parecía sumamente tranquilo. El trío de magos se ve interrumpido por Elizabeth quien pasa corriendo junto a ellos.
En la entrada del gremio, se encontraban parados Steiner y John, este último tuvo que dar un pequeño salto hacia un costado debido a que Elizabeth casi lo golpea al pasar tan rápido. —¡Lo siento!— Gritó mientras se alejaba cada vez más corriendo, mientras John la observaba extrañado. —Perdonen por hacerlos esperar.— Interrumpió Nozomi mientras se acercaba a ellos, ganándose la atención de ambos magos. —Acompáñenme, tengo que mostrarles algo.
Tras un poco más de media hora de caminata en silencio, ya en las afueras de Fiore, Nozomi se detiene frente a un campo rocoso en señal de que habían llegado. Ninguno se animaba a preguntar, les era extraño ver a Nozomi tan seria y callada. —Bien, visitaremos a una conocida, Oráculo. No se dejen llevar por lo que diga.— Habló Nozomi, para luego proseguir caminando. Se acercaron a una pequeña vivienda, y al pararse frente a la puerta esta se abrió sola. Ya en su interior, Steiner intentó cerrarla pero esta se cerró sola, sorprendiéndolo. Como si se tratara de una casa embrujada, luces tenues iluminaron poco a poco la entrada.
Frente a ellos apareció la silueta de una mujer quien saltó hacia Nozomi, para su sorpresa, esta la abrazó al grito de su nombre mientras la estrujaba con fuerza. —¡Nozomi! ¡Como has estado!— Decía la mujer con apariencia felina, la incomodidad de la situación llevo a ambos magos a desviar la mirada. —Te dije que no trajeras a nadie más.— dijo entre ronroneos mientras observaba a Steiner y a John quienes se ubicaban parados detrás de Nozomi. —Son compañeros de confianza, no te preocupes.— Aclaró la joven Takahashi. —Nya. No importa, siempre y cuando no aparezca el chico dragón.—
—Puedo notar preocupación en tu mirada.— Le susurró al oído, sin soltar a Nozomi. Quien responde separándose de ella y tomándola de los hombros, para luego mirarla fijamente. —Azumi, esto es serio.
Azumi comprendió y rápidamente se dirigió a una mesa cercana y se acomodó sentándose. Frente a ella también se sentó Nozomi, mientras John y Steiner observaban parados. En el centro de la mesa una esfera de cristal brillaba intensamente, Azumi colocó sus manos alrededor de esta para luego rápidamente retraerlas. Con un rostro pálido y sus orejas de gato echadas para atrás, sus ojos habían visto algo que la había asustado.